Esquilo fue un dramaturgo griego predecesor de Sófocles y Eurípides, y es considerado como el primer gran representante de la tragedia griega. Combatió en diversas guerras contra los persas, como la batalla de Maratón, la de Salamina y la de Platea, experiencias que le ayudaron a escribir varias de sus obras. Tenía afinidad por completar sus obras en trilogías, aunque cada una de ellas tenía sentido completo por lo que se podían representar por separado, también fue él quien introdujo el segundo actor en escena y doto a los coros de una personalidad fuerte, llegando a ser este el protagonista de varias de sus obras (Las suplicantes y Las Euménides), para finalizar cabe recalcar la gran atención que centraba a los aspectos visuales de sus dramas.
Escribió alrededor de 90 obras, ganando su primero premio en el año 484 a.C, llegando a un total de 14 primeros puestos (hasta 28 victorias si contamos las de caracter póstumo) y otros muchos triunfos. Tras su muerte sus obras continuaron representandose en el agón, donde solo podían participar los vivos. Hoy en día solo conservamos 7 obras y varios fragmentos de otras tantas, aunque seis de las siete tragedias que poseemos son obras premiadas.
El contexto de esta obra se remonta a la batalla real de Salamina, la cual ganaron los griegos y en la cual participó Esquilo y, probablemente, una gran parte de su público, lo que conlleva una mayor carga emocional.
El argumento gira en torno a la derrota persa en la batalla de Salamina y su lamento por este desenlace, a su vez se alzara la gloria de los pueblos griegos mostrando respeto hacia ellos.
Un grupo de ancianos escogidos por Jerjes para velar por su pais exponen su preocupación acerca de la guerra, ya que aunque todos los jóvenes guerreros junto con su rey han marchado por tierra y mar, no han recibido ninguna noticia de ningun mensajero. Es por esto que aunque alaban la valentía de Jerjes, quien consiguió hacer cruzar su ejercito por el estrecho de Hele mediante un puente construido con barcos y que avanza con un ejercito invencible, temen que exista alguien que sea capaz de derrotarlos y que deje a la ciudad de Susa sin hombres.
Aparece la reina llena de inquitud ya que últimamente tiene terribles sueños pero ninguno como el de esa noche, donde Jerjes era derrotado y temía que los hombres atacaran los tesoros de un rey sin fuerzas.
Tras una charla acerca del ejercito griego aparece un mensajero donde informa que los persas han sido derrotados y, aunque gran cantidad de soldados han muerto, Jerjes vive, dando esperanzas a la reina. El mensajero, antes de retirarse, relata la batalla y como fueron derrotados por la armada griega provocando que Jerjes ordenara una desordenada retirada, estas historias afligen a sus oyentes.
Entre todos invocan a la sombre del difunto rey Dario y logran que esta aparezca. Entabla una conversación con la reina, la cual le informa de todos los detalles de la guerra provocando que la sombra se acongoje.
La sombra aconseja a los ancianos que no deben enfrentar a los griegos, cuyos dioses castigan la soberbia de los persas, tambíen pide que no se lamenten y que acojan la pronta llegada de Jerjes a la ciudad, tras terminar de hablar se desvanece.
La reina sale para recoger ropa para su hijo Jerjes mientras que los ancianos recuerdan su glorioso pasado, en ese momento llega un abatido Jerjes en un carro acompañado de un escaso séquito. El rey se lamenta por su destino y reconoce ser una desgracia para su ejercito, los ancianos sufren por las historias relatadas por este. Los ancianos dejan solo a Jerjes, el cual finalmente termina entrando a palacio.
El contexto de esta obra gira se remonta al destierro de Edipo, el cual máldigo a sus hijos varones por los tratos que había recibido por parte de ellos, profetizando que ambos se darían muerte y no conocerían la paz. Esto se fue cumpliendo en el momento en el que ambos hermanos acordaron gobernar Tebas una año cada uno, pero tras el primero año de reinado, Eteocles se niega a ceder su puesto a Polinices, por lo que este se alió con diferentes pueblos griegos para asediar Tebas.
El argumento gira en torno al asedio de Tebas y a como es inevitable la maldición de Edipo, la cual terminara por traer más problemas en el futuro.
Eteocles informa que un adivino ha profetizado que esa noche se decidirá el mayor ataque del ejercito aqueo. En ese momento llega un explorador para reportar que ha visto a siete héroes rivales hacer sacrificios y echar a suertes que puerta de Tebas les tocará atacar a cada uno.
Un grupo de jóvenes tebanas invoca a los dioses y suplica por su ayuda, en ese momento Eteocles reprocha su conducta y pide que se callen para no atemorizar a la ciudad, sin embargo estas se asustan más conforme se acerca el enemigo. Eteocles, antes de salir, pide ayuda a los dioses e informa que situará a un defensor en cada una de las siete puertas.
El combate ya empieza y las jóvenes observan como se acercan un mensajero y regresa el rey. El mensajero informa que sobre la puerta de Preto esta Tideo y pregunta a Eteocles que hara, este responde que enviará a Melanipo. Luego avisa de que Capaneo ha llegado a la puerta de Electra, por lo que Eteocles envía a Polifontes. Al parecer Eteoclo atacará Puerta-Nueva, asi que el rey envía a Megareo. En la puerta Onca-Atenea se aposenta Hipomedonte, por lo que Hiperbio guerreara contra él. En la puerta de Bóreas se encuentra Partenopeo, por lo que Eteocles escoge a Áctor para que le enfrente. Aniarao ataca la puerta de Homoloide, así que Lástenes la defenderá. Finalmente Polinices, hermano de Eteocles, asalta la séptima puerta, por lo que será el rey quien le de batalla.
Mientras se prepara le intentan convencer de que no lleve a cabo esta empresa, ya que no es lícito matar a un hermano, sin embargo Eteocles se mantiene firme mientras recuerda la maldición de su padre Edipo.
El mensajero regresa e informa que se defendieron las primeras seis puertas, pero que ambos hermanos se dieron muerte en la septima, provocando el dolor de los tebanos. En ese momento traén los dos cadeveres y mientras Antígona corre a por el de Polinices, Ismene corre a por el de Eteocles. Un heraldo aparece e informar que Polinices no recibirá sepultura, causando la furia de Antígona y la dualidad de los tebanos.
El contexto de esta se remonta a la descendencia de Ío, la cual en su peregrinación terminó por tener a Épafo, el cual tuvo a Libia, la cual tuvo a Belo, el cual engendro a Dánao y Egipto, los cuales tuvieron 50 hijas y 50 hijos respectivamente y siendo las primeras obligadas a casarse con sus primos, lo que provocó que estas junto a su padre huyeran.
El argumento gira en torno a las hijas de Dánao y se observa el deber de protección a los suplicantes entre otras críticas a otros aspectos sociales.
Mientras las danaides suplican a Zeus para que les ayude en su causa mientras se lamentan de su destino, su padre Dánao se sube a una colina donde divisa un ejercito que se aproxima. Dánao se reúne con sus hijas y les informa de lo que ha visto, posteriormente les ordena de que con actitud suplicante les informen de su situación.
Pelasgo, el rey de Argos, llega con su sequito a la costa y les pregunta por su origen a las suplicantes, estas le contestan que su linaje asciende hasta estas tierras y que, huyendo de los hijos de Egipto, buscan auxilio en este lugar. Pelasgo duda de si debe o no debe ofrecerles ayuda ya que podría suponer el inicio de una guerra, provocando que estas amenacen con ahorcarse. Para evitar esto Pelasgo decide ir junto con Dánao a consultar la opinión del pueblo argivo.
Mientras su padre y el rey están fuera, las danaides continúan suplicando a Zeus, recordando a Io, su abuela, y justificando en esta su invocación. Justo en ese momento regresa su padre Dánao para informarles de que el pueblo de Argos esta dispuesto a aceptarles a todos, lo que provoca que estas los bendigan con salud, paz, fertilidad y prosperidad.
Dánao se vuelve a subir a un monticulo desde el cual divisa velas egipcias. El padre relata a sus hijas lo que ha visto y estas entran en pánico, por lo que recordandeles que no deben de dejar de pedir ayuda a los dioses, él se marcha para pedirla a la ciudad.
El coro asegura que preferirían morir antes de ser llevadas con aquellos hombres, sin embargo su desesperación aumenta cuando ven llegar a un heraldo con un sequito de hombres armados. Este heraldo les ordena que marchen hacia el barco pero estas se niegan y, cuando sus hombres estan a punto de llevarlas por la fuerza, Pelasgo aparece con su ejercito impidiendo este acto y echando a los egipcios tras una breve discusión.
Las hijas se reúnen con su padre y son informadas de que ya pueden marchar a la ciudad. Finalmente las danaides y las sirvientas piden felicidad a los dioses.
El contexto de esta obra se remonta a cuando los aqueos se disponian a marchar por mar para combatir en Troya, sin embargo Agamenón mató un ciervo que estaba consagrada a Artemisa, provocando que esta retirara el viento haciendo imposible el viaje, para solucionarlo Agamenón tuvo que sacrificar a su hija Ifigenia con la escusa de que desposaría a Aquiles.
El argumeno gira en torno a la inminente venganza que va a llevar a cabo Clitemnestra en contra de Agamenón, con el apoyo de su amante Egisto.
Un vigía, tras lamentarse de su forzoso trabajo, divisa la señal de la caida de troya y el regreso de Agamenón por lo que sale para informar a la reina.
Un grupo de ancianos llega y relata diversas historias, justo en ese momento aparece Clitemnestra y explica a los ancianos todo lo que significan aquellas señales, provocando la alegría de los ancianos.
Llega un heraldo que confirma que Troya ha caido y que Agamenón esta de camino a su patria. Los ancianos tienen una conversación con él donde les narra historias acerca de la cruda guerra, justo entonces Clitemnestra abandona el palacio para prepararse para recibir a su esposo. Los que se quedan preguntan por Menelao y el heraldo les informa que sus naves fueron dispersadas por una tempestad, pero no teme por su muerte.
Entra en un carro, acompañado por un numeroso sequito, Agamenón y Casandra. Luego aparece Clitemnestra con sus sirvientas, las cuales depositan una alfombra purpura y le pide a Agamenón que la cruce, a lo que él se niega ya que ese honor pertenece a las deidades y sería un exceso de orgullo por su parte, sin embargo su esposa le convence.
Clitemnestra intenta convencer a Casandra de que ella también cruce la alfombra hasta palacio, pero esta se limita a no responder y quedarse donde esta y, viendo que se queda sin tiempo, la esposa del rey se marcha.
Casandra comienza a lamentarse por su destino y le grita a Apolo, el cual la ha maldecido, también utiliza su dón de la adivinación para profetizar el asesinato que va a comenter Clitemnestra contra su esposo Agamenón, sabiendo que si ella entra sufrirá un destino similar, sin embargo los ancianos que la rodean no son capaces de comprenderla. Finalmente Casandra acepta su destino y entra a palacio.
Se observan los cadaveres de Agamenón y Casandra, por su parte Clitemnestra confiesa su homicidio pero se excusa que lo realizó en venganza de su honor y de su hija Ifigenia. El pueblo se lamenta y llega Egisto, lo que provoca una fuerte discusión que la neutraliza Clitemnestra. Finalmente ambos bandos se separan.
El contexto de esta obra se remonta a cuando Orestes tuvo que huir a Fanote, en el monte Parnaso, junto con Pilades y un anciano para salvarlo de su madre cuando era pequeño, la cual tenía intenciones de asesinarlo después de acabar con la vida de su esposo Agamenón. Pero el oráculo de Delfos le mandó regresar a su hogar y vengar a su difunto padre.
El argumento gira en torno a Orestes, quien planea, junto a su hermana Electra, la venganza contra su madre Clitemnestra y de su amante Egisto por el asesinato de su amado padre Agamenón, siendo Orestes el que terminara ejecutando la venganza y asesinando a ambos, no sin antes tener un conflicto moral acerca de si es licito asesinar a su madre y convertirse en un matricida.
Orestes y Pilades llegan a la tumba de Agamenón para realizar una ofrenda, en la cual Orestes deposita un mechón de su pelo. En ese momento aparece Electra con unas prisioneras troyanas y ambos héroes se esconden detrás de las rocas.
Las prisioneras relatan que Clitemnestra, tras un horroroso sueño en donde engendraba una serpiente y esta le hacía sangrar el pecho, mandó la orden de realizar ofrendas a su difunto esposo. Entonces Electra inicia la ceremonia y suplica por ella y por su hermano Orestes, justo en ese momento divisa el mechón de pelo y huellas en la tumba, por lo que intuye que ambas cosas proceden de su hermano, el cual habría venido con anterioridad para ofrendar a su padre.
Orestes sale de su escondite y entabla una conversación con su hermana donde esta termina por reconocerle, también relata el deber que le mando el oráculo de Loxias, por su parte Electra le narra su situación y sus dolores. Finalmente Orestes y Electra, sobre la tumba de su padre, deciden obrar juntos para vengarle, además Orestes interpreta el sueño de su madre como augurios de su muerte por lo que planea un engaño para completar el asesinato.
Orestes y Pilades llegan disfrazados a palacio donde informan a Clitemnestra la muerte de Orestes, provocandole una fingida pena y ordenando a una esclava que los guíe a sus habitaciones.
Aparece la nodriza de Orestes apenada, ya que tiene ordenes de llamar a Egisto, sin embargo las troyanas le aconsejan que realice esta acción pero que le traiga sin su escolta y esta sale a cumplir su mandato.
Llega Egisto y entra en el palacio. Se escuchan los gritos del rey y sale un esclavo gritando que este a muerto, lo que provoca que Clitemnestra aparezca en escena y vea su cadaver junto a la espada ensangrentada de Orestes. Tras una conversación entre madre e hijo, donde esta lo maldice si la asesina, Orestes la arrastra dentro de palacio.
Se ven los dos cadaveres de Clitemnestra y Egisto y, mientras justifica su matricidio, Orestes divisa las Erinias y horrorizado sale huyendo del lugar.
El contexto de esta obra se remonta a cuando Orestes, cumpliendo las ordenes del oráculo de Delfos, completa su venganza tras asesinar a Egisto y a Clitemnestra. Sin embargo, al asesinar a su madre se convierte en matricida y esta a su vez lo maldice, lo que lo condena a ser perseguido por las Erinias hasta el fin de sus días.
El argumento gira en torno a Orestes, quien huye de las Euménides con la esperanza de poder librarse de su condena, ya que él solo ejecutó una venganza que había sido impuesta por una fuerza superior, el dios Apolo, quien a su vez le apoya en su travesía aconsejandole que se dirija a Atenas para que la diosa lo juzgue, teniendo en cuenta que sus actos fueron realizados por mandato suyo.
Pitia está anunciando la voluntad de los dioses pero al entrar al templo de Delfos sale horrorizada. Orestes está dentro, con las manos ensangrentadas y con las Erinias dormidas a su lado, este le pide ayuda al dios Apolo para librarse de ellas pero al verse incapaz de hacerlo, el dios le aconseja que huya hacia Atenas bajo la protección de Hermes.
Orestes se va y aparece la sombra de la difunta Clitemnestra, la cual al ver a la Erinias dormidas, las despierta increpandolas para que continúen su caza. Las Erinias se despiertan y tienen una breve discusión con Apolo antes de irse a perseguir al matricida.
Orestes llega a Atenas y se abraza a una estatua de Atenea, a su vez las Erinias lo alcanzan pero se mantienen escondidas mientras le rodean. Entonces aparece la diosa y decide dictar un juicio y, aunque protestando, las Erinias aceptan. Orestes expone su historia y la diosa decide traer a un heraldo y a un grupo de ciudadanos que ejerceran como jueces.
Apolo se presenta para prestar testimonio y ejercer de abogado de Orestes, por su parte las Erinias ejercen el papel de abogadas de la difunta Clitemnestra. Las segundas defienden que el asesinado por Clitemnestra no era de su misma sangre y si no se castiga a Orestes los ciudadanos se sentiran libres de cometer más crimenes, por su parte Apolo defiende que el marido tiene prioridad y que incluso la propia Atenea nació de Zeus. Finalmente dictan que ambos crimenes son de diferente gravedad y Orestes, al tener la sangre de su padre, tenía derecho a vengarse.
Los jueces votan y Atenea lo hace la última a favor de Orestes. Se cuentan los votos y resulta en un empate, por lo que Atenea absuelve a Orestes y este se marcha, sin embargo las Erinias se oponen fuertemente a esta decisión mientras increpan a la diosa. Atenea las tranquiliza recordandoles que no han sido vencidas, sino que solo hubo un empate y que en estos casos la benevolencia debe imponerse a la severidad, también les da un nuevo nombre, las Euménides, y les asegura ser honradas por los ciudadanos atenienses.
El contexto de esta obra se remonta a las diferentes acciones que realizó Prometeo a favor de los mortales sin ser consentidas por los dioses olímpicos, especialmente por Zeus, como el engaño que realizó para que los humanos se quedaran la carne de los sacrificios, aunque su mayor ofensa fue robar el fuego de Hefesto para entregarselo a los humanos.
El argumento gira en torno a Prometeo que se encuentra encadenado, quien en lugar de arrepentirse, asume su culpabilidad y admite que volvería a obrar de la misma manera aun sabiendo sus consecuencias, jactándose del futuro fin de Zeus y siendo él el único que conoce la profecía para evitarlo.
Bía y Cratos conducen al cautivo Prometeo a unas escarpadas rocas, detrás les sigue Hefesto con diversos utensilios de herrero. Muy a su pesar, Hefesto es obligado a encadenar a Prometeo a las rocas debido a que fue a él a quien le robaron el fuego, por lo que tiene el deber de ejecutar el castigo. Al terminar el trabajo, abandonan a Prometeo ahí.
Llegan las Oceánides en un carro alado y entablan una conversación con el condenado donde este les transmite su historia, pero enorgulleciendose de ella y afirmando que la volvería a repetir. En ese momento aparece Océano con intenciones de acudir a Zeus para que rectifique acerca del castigo dictado a Prometeo, sin embargo este le persuade de abstenerse a hacerlo ya que podría acabar enemistandose con él.
Océano se va y Prometeo continúa contando a las Oceánides como benefició a los seres humanos. Justo en ese momento aparece Io transformada en vaca lamentandose por sus desgracias. Este suceso incita a los presentes a preguntar por ella, a lo que esta responde con su historia hasta ese momento.
A petición de Io, Prometeo le profetiza su futuro donde deberá atravesar diversos territorios y peligros hasta llegar al delta del rio Nilo, donde recuperaría su forma humana y Zeus engendraría una nueva descendencia con ella, la cual provocará una serie de acontecimientos que terminaran por dar a luz a un héroe que liberará a Prometeo. Ió, precipitadamente, abandona el lugar.
Prometeo profetiza el destronamiento de Zeus y aparece Hermes, enviado por el Cronida, para descubrir al ser destinado a llevar acabo tal acción. Prometeo se niega a hablar y el mensajero le amenaza con la furia de Zeus, que derrumbara la montaña en la que se encuentra y enviará a un ave para que cada día le devore el hígado, sin embargo Prometeo se mantiene firme y admite que ya conocía su destino. Prometeo y las Oceánides se quedan solos y comienza la tempestad de Zeus.
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