Cuentos propios

Esta sección la voy a dedicar a escribir mis propios relatos y cuentos cortos, a lo largo de mi vida he tenido la intención de plasmar mis propias historias en algún sitio, y no se me ocurre un mejor lugar que mi propia pagina personal. De más joven me había animado a escribir algún breve relato en papel pero nunca explote esta faceta. Tengo la intención de a aprovechar esto para ir escribiendo pequeños cuentos que puedan leerse de manera rápida y amena, una idea similar a lo que se realizó con los dos primeros libros de Andrzej Sapkowski, "El último deseo" y "La espada del destino", en la saga de Saga de Geralt de Rivia, donde dentro de una narración principal se van incluyendo diversos relatos que estan, de una manera u otra, enlazados.
La mayoría de los cuentos que mi cabeza inventa estan fuertemente influenciados por la Edad Media, la fantasía y las mitologías. La naturaleza también es un tema que me fascina y las costumbres y tradiciones europeas las suelo tener, de igual forma, muy presentes. Ya he mencionado que una de mis sagas favotiras es la escrita por el autor polaco, pues recoge prácticamente todos los temas que me llaman la atención y los desarrolla de tal manera que no puedo sentir otra cosa que no sea admiración. Aún así, también me he visto influenciado por otras obras literarias como podrían ser "Los pilares de la tierra", donde aprendes como erá la vida diaria en épocas antiguas, o la "Edda menor" y la "Edda mayor", que en conjunto con otros libros que profundicen en la sociedad escandinava, te ayudan a entender la sociedad de la época y su cultura desde su propia perspectiva. Para finalizar, entre muchos otros libros de fantasía, también me gustaría destacar otro género literario como podría ser el manga, donde existen grandes obras como "Vagabond" o "Berserk" que han causado un fuerte impacto en un gran número de personas, entre las cuales me incluyo.

La bruma

Es de noche, en el cielo hay luna llena, pero unas finas nubes nublan un poco la iluminación que esta refleja en el lugar. Me encuentro en las afueras de un extraño sitio, parece el patio de un antiguo campus de estudiantes. El cesped frente a mí está bien cortado, apenas hay unos cuantos árboles separados a mi derecha, no distingo bien la especie por la poca luz, pero deduzco que son robles debido a lo frondoso de sus copas y lo robusto de sus troncos. Me siento intranquilo, no reconozco el lugar y el estar solo no me ayuda. Justo enfrente del jardín veo un pequeño edificio de unas dos plantas de altura, unido por su lateral izquierdo a otro edificio más alto y largo de manera perpendicular. Me quedo mirando un rato desde la distancia, observando las paredes, las puertas, los marcos de las ventanas y el tejado, pero la escasa iluminación poco me deja ver, tan solo alcanzo a distinguir un poco de la decoración en la fachada. No estoy seguro pero parece una vieja universidad, la verdad que es imponente y desprende un aura que me infunde respeto. No se que hacer, sigo parado en el patio y hace frío pero no me decido a acercarme al recinto, he observado todas las ventanas y no he sido capaz de distinguir ninguna luz que provenga de su interior, y me preocupa que no existan señales de vida en un lugar tan grande como este.
Algo se mueve a mi izquierda con prisa, a unos cuantos metros de mí, es un hombre mayor, de unos sesenta años, con el pelo plateado y la barba descuidada. Por su vestimenta parece que trabaja aquí y, aunque no me siento más seguro, me reconforta saber que no estoy solo en este lugar. Me acerco hacia él por puro instinto y el ruido que hago al caminar le sobresalta. Cuando se gira un impulso hace que me detenga, pues su rostro muestra una mezcla de preocupación y miedo, aunque una vez que me observa la expresión de su cara se relaja. De pronto, me hace un gesto con la mano para que me agrupe con él, y acto seguido empieza a correr hacia el edificio pequeño. Sin pensarmelo dos veces salgo corriendo detrás de él y entramos al recinto por una pequeña puerta de madera.
Tras cruzar por la puerta y cerrarla, nos encontramos ante un humilde recibidor muy mal iluminado, tan solo tenía una mesa pegada a la pared con una vela y un espejo encima. Cruzamos por un oscuro pasillo que se encontraba a la derecha y llegamos a una especie de sala de estar. No se muy bien que pensar, el interior parece aun más pequeño de lo que me imaginaba, la mayoria de las áreas de la sala estan a oscuras y las zonas de luz las crean unas cuantas velas de cera ancladas a la pared junto a una pequeña lampara de araña en el centro del techo. La decoración es bastante medieval, con diversos cuadros de retratos de gente que no conozco en las paredes. Unos cuantos sillones individuales clásicos y una pequeña mesa redonda en el epicentro de la sala hecha con madera oscura componían el amueblado del salón. Justo bajo mis pies, una redonda alfombra roja con líneas negras ocupaba la mayor parte de la habitación. Por último, al fondo de la sala en la que estamos, hay un vano del cual veo que emergen unas oscuras escaleras de caracol y, por mera curiosidad, me acerco a ellas. Cuando me dispongo a subirlas, el señor me sujeta del brazo derecho y me da un fuerte tirón hacia atrás. En ese momento yo no entiendo que es lo que está pasando y veo como el hombre traza con las manos, en el borde de la oscuridad de las escaleras, una línea de la que emana un pequeño fuego. Tras realizar esto, el señor se gira y me dice.
- Ten cuidado, el frío está más cerca del mal de lo que el calor del bien - Y acto seguido traza otra línea de fuego en el borde de la oscuridad del pasillo por el que habíamos accedido a esta sala, cubriendo así las dos únicas salidas de la habitación.

****

El tiempo pasa y todo parece estar en calma, la iluminación de la zona ha mejorado bastante y la luz que emiten las llamas se combina bien con el titilante fuego de las antorchas. La temperatura de la sala ha comenzado a aumentar y el calor hace que me sienta seguro en este lugar, simplemente estamos esperando, dejando correr el tiempo en silencio. Los minutos pasan y pasan, estoy sentado en uno de los sillones y la paz del ambiente me provoca querer cerrar los ojos un rato, siento esa necesidad de dormir un poco, de relajarme y descansar la mente, y decido ceder ante ella. Poco después los vuelvo a abrir, todo sigue igual que antes, la única novedad es que el anciano esta mirando por la ventana y que el fuego que sale de la línea del pasillo está temblando de manera un poco arritmica. Es llamativo ver como el fuego baila, a veces crece, a veces mengua, a veces hay partes que tiemblan más que otras... ¿partes que tiemblan más que otras?, no tiene sentido, a veces se ve... ¿débil?
Siento una desconfianza en el cuerpo, algo raro esta pasando y se que viene de esa zona. Me levanto y me acerco con cuidado al borde del pasillo, pero mantengo las distancias gracias a ese instinto al que la gente suele llamar miedo. Pasan unos segundos y nada, no veo nada, solo una negra oscuridad a lo largo del pasillo, y silencio, un silencio casi perfecto, todo estaba igual de tranquilo como cuando habíamos llegado, salvo por una leve brisa que escuchaba del otro lado. No debería de haber viento, juraría que cuando entramos al edificio habíamos cerrado la puerta de madera y, aunque el lugar no era nuevo, se mantenía en buen estado y no había visto grietas. Tengo la necesidad de aguidizar la vista, me fuerzo a ver más allá ya que quiero asegurarme de que todo este correcto, pero esta densa oscuridad no me deja ver bien. De un momento a otro, cuando el movimiento de las llamas que me separaban del pasillo se inclinó hacia la oscuridad, vi iluminado el rostro de varios monstruos similares a humanos, pero de un color verde oscuro amarronado, con orejas puntiagudas, ojos oscuros brillantes, con solo dos orificios nasales donde debería de estar la nariz y unos dientes largos y afilados. También distinguí que andaban desnudos, o al menos no tenían prendas en la parte superior que vi. Eran delgados, les notaba los huesos debajo de la piel, pero poseían unos largos brazos que acababan en unas rectas garras que me transmitían pánico. Con el sobresalto del momento decidí apartarme de ahí y me traslade al centro de la habitación, donde vi como mi compañero se iba poniendo cada vez más nervioso y alternaba la mirada entre el pasillo y el patio, donde las llamas de las antorchas iluminaban, a través de la ventana, a un conjunto de siluetas en el exterior.
Me giré de nuevo hacia el pasillo, observe donde nos encontrabamos algo alarmado y comprendí las palabras del señor, solo para que un instante después notara que algo iba a pasar. Miré alerta hacia el pasillo donde había visto a todos esos monstruos hace un instante, esperé un poco más y me preparé para que cruzaran la pequeña llama que nos separaba, pero para mí sorpresa, un joven vestido de uniforme entró corriendo a la sala donde estabamos el anciano y yo. Por sus pintas deduje que se trataba de un estudiante del lugar, pero no entendía como había sido capaz de atravesar aquel pasillo sin un solo rasguño, simplemente se le veía asustado, nada más. Me puse a pensar y lo primero que me vinieron a la cabeza fueron preguntas, ¿cómo ha llegado hasta aquí?, ¿acaso aquellos monstruos se había marchado? Imposible, en la ventana había visto unas figuras que me recordaban a ellos, pero también cabía la posibilidad de que los monstruos se hubieran ido del pasillo y ya no estuvieran en el edificio, pero entonces, si se habían alejado del edificio, ¿por qué el chico seguía estando tan asustado si ya había escapado de ellos? En ese momento mi vista se había dirigido hacia las llamas por donde había cruzado el alumno y las ví más tenues. Tuve una corazonada, los monstruos no se habían ido, habían dejado el camino libre y habían asustado al chaval para que cruzara, ¿pero por qué?
Tras esa pregunta tuve otra corazonada, esas llamas actúan de barrera, una barrera que por algún motivo los monstruos no pueden atravesar, pero nosotros sí. Seguro que era por eso por lo que el señor se preocupaba tanto cuando me acercaba a ellas, simplemente no quería que rompiera la muralla que nos protegía de aquellos seres. Al terminar esta reflexión volvió a pasar corriendo otro alumno por el pasillo, era más delgado y pequeño que el anterior, pero esto no me importaba. Miré rápidamente por donde había pasado y vi como en la barrera de fuego había un pequeño espacio que había sido apagado por las pisadas de los chicos al entrar despavoridos en la habitación.
Por aquella brecha, entre las llamas, se empezó a filtrar una densa y pesada niebla.
- ¿Qué coño está pasando aquí? - Pregunté alarmado mientras me giraba hacía el señor. Mi tono exigía una respuesta.
- Boiras - Contestó.
Boiras... sentí miedo, no se supone que estén tan cerca de los humanos, su terreno es lo salvaje, los pantanos, los bosques, no las escuelas o universidades construidas por personas. Se me nubló la vista, no sabía a donde ir, solo sabía que donde estaba no estaba seguro. Ese pensamiento me aceleró el corazón y la sangre que bombeó hizo que recuperara la vista, ya no sentía tanto miedo, tan solo preocupación, el instinto de querer salvarme había hecho que empezara a fluir adrenalina por mis venas. Me giré, pero no encontré al anciano por ninguna parte, simplemente había desaparecido. No me puse a pensar en ello, tenía asuntos más urgentes de los que preocuparme. Por lo que sabía, las boiras eran inteligentes y, si mi hipótesis era correcta, estaban dirigiendo personas hacia el edificio para destruir la defensa y poder entrar. No dude, mire las llamas de la barrera que separaban la luz de la sala con la oscuridad de las escaleras de caracol y las atravesé de una rápida zancada. Subí corriendo las escaleras y enseguida llegue a una sala mucho más grande que la anterior.

****

La estancia era bastante larga, desde mi perspectiva parecía un rectángulo, pero observe que al fondo había una intersección por donde se podía continuar hacia la izquierda, por lo que deduje que la sala continuaría por ahí, aunque no podía ver lo que había desde donde me encontraba. La sala estaba muy bien iluminada, a diferencia de la anterior, esta poseía varias lamparas de araña en el techo que emitían bastante luz, la cual tocaba casi todos los rincones. Toda la pared de la izquierda estaba completamente repleta de ventanas, aunque estas estaban tapadas por unas gordas cortinas rojas de terciopelo de las que salían unas borlas amarillas de su parte inferior. La parte derecha de la habitación me recordó a la típica sala donde gente ilustrada se podía reunir para compartir ideas, tenía una larga alfombra roja que soportaba varios sillones más refinados que los de la anterior estancia, los cuales estaban dirigidos hacia una acogedora chimenea en la pared y, entremedio, una mesa ovalada de cristal.
Tampoco me fijé mucho en la decoración, lo que realmente llamó mi atención fue el fondo de la habitación. La pared tenía varias ventanas identicas a las de la pared de mi izquierda, pero esta vez las cortinas estaban abiertas y, en medio de dos de aquellas ventanas, una mujer sentada en una silla de madera mirando hacía el lado izquierdo de la intersección que yo no alcanzaba a ver. Desde donde me encontraba no sabía de quién se trataba, pero estaba seguro de que ella tampoco era humana.
Aproveche que no me había visto para acercarme cuidadosamente por el pasillo, utilizando los sillones para que no me notara, pero sin pasar muy cerca de la chimenea para que mi sombra no me delatara. Cuando estuve a una distancia relativamente corta de su espalda, no me lo pense dos veces y corrí hacia ella dándole un puñetazo en su nuca. El golpe no la tumbó de la silla, apenas le movió la cabeza hacia abajo, tenía los musculos del cuello tensos y me dio la impresión de que había estado esperando el impacto. Cuando se giró pude ver claramente lo que era, una bruja de pantano, con su color verde amarronado del cenagal, piel arrugada por la humedad, un pelo raramente trenzado para las de su especie, pero unos ojos terribles y una sonrisa diabólica muy característica.
Comenzamos a pelear, bueno, más bien era yo quien lanzaba la mayoría de golpes y no le daba tiempo para contraatacar, sabía que un mal impacto de sus garras podría hacer que terminara pronto la batalla a su favor. Entre todo ese movimiento, tuve tiempo de ver de reojo lo que había en el área izquierda de la sala que antes no podía ver. Distinguí a una persona, probablemente otro alumno, completamente descuartizado, también había una mesa de madera repleta de utensilios de cocina y un olor a comida provenía de un caldero situado encima de una fogata improvisada.
La bruja notó que yo me había fijado en aquel escenario y no pudo evitar sonreir triunfante, sin embargo, esa imagen no me había afligido, la adrenalina seguía haciendo efecto en mí y continué golpeando sin parar. Lo malo es que apenas era capaz de sentir que avanzaba en la pelea, por muchos puñetazos, codazos y patadas que le lanzara no mostraba ninguna señal de daño. Al final era yo quien se estaba comenzando a cansar y, en uno de estos intercambios de golpes, no pude moverme con la misma velocidad que antes y consiguió agarrarme del cuello.
- Tus ataques no me duelen, niño - Me dijo mientras me ahogaba.
Me levantó del suelo y volvió a sonreir. Desde esa posición podía observar mejor lo que estaba cocinando, pero solo pensaba en sobrevivir. Pasaron unos segundos y no conseguía zafarme de ella, me apretaba tanto el cuello que me provocaba contracciones por la falta de aire. Sabía que lo más probable era que moriría ahí, pero cuando veía la felicidad que reflejaba su rostro más coraje me daba pensar en morir por su mano. Este odio que me provocaba verla hizó que aún siguiera intentando librarme de su agarre y, justo en ese mismo instante ví por el rabillo del ojo como el primero de los alumnos que había entrado corriendo en la anterior sala acababa de llegar a esta. Me sorprendió ver que justo donde terminaban las escaleras de caracol había una barrera de fuego, no había visto al anciano ahí y tampoco recordaba haber cruzado una cuando llegue a esta planta. De todas formas me daba igual, el fuego parecia estable y la presencia del chaval me motivó para seguir enfrentandome a la bruja. Evité mirar hacia su dirección para que no se diera cuenta de que había alguien más en el lugar. Por su parte, el chico se acercó medianamente rápido y, tras coger una cazuela de la mesa, golpeó a la bruja por detrás en la cabeza. El golpe la desequilibró un poco y se tambaleó hacia la pared, soltandome en el proceso. Cuando caí al suelo y recuperé el aliento vi como lo bruja ya había apresado entre sus zarpas al chaval mientras lo golpeaba salvajemente. Furioso, me acerqué por detrás y la cogí con mi mano izquierda por las trenzas, le giré la cabeza y, tras mirarle a los ojos, le metí un derechazo en la cara.

****

Se oyó un grito y me desperté en mi cama. Todo estaba en calma y no se escuchaba ningún ruido más allá del que podían hacer los cerdos en el lodazal y los perros ladrando en la calle. Miré hacía la ventana de mí habitación, comenzaba a filtrarse un poco de la anaranjada luz del amanecer, todo estaba como siempre. Comenzarón a sonar unos golpecitos en la madera de mi ventana a un ritmo irregular, me levanté de la cama y caminé tranquilamente hacia esta. Cuando quité el seguro y la abrí, descubrí a una grajilla con una pequeña pulsera dorada en su pico, se la habría robado a alguna niña de la zona atraida por el brillo del metal. De un rápido vistazo observé que se trataba de oro falso así que la dejé ahí y me dí la vuelta. Empecé a vestirme y a preparar la mochila para ir al bosque, metí un poco de pan y de queso para el almuerzo, agarré mi navaja para recolectar plantas y un hacha pequeña para defensa personal, un par de cuerdas para preparar trampas y cabezas de pescado para usar de cebo para atrapar cangrejos de río. Me dirigí hacía la puerta y recogí dos bolsa que solía utilizar para recolectar plantas, en la primera irían las colmenillas y las senderuelas, también recolectaría caléndula, malva e hinojo por petición de una vecina. En la segunda bolsa guardaría dedalera, la dejaría separada del resto de plantas para evitar que las contaminara con sus toxinas. Una vez que todo estaba listo, me puse frente al espejo para terminar de arreglarme la camisa, cuando me mire el cuello un sudor frío recorrió mi cuerpo, tenía unas marcas rojas alrededor de este, tenía las marcas de las zarpas de la bruja...


Boira
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Mi nombre es David Martinez y soy un chico de 18 años que vive en Tudela, localizada en Navarra, España. Entre mis aficiones podemos encontrar la naturaleza, el baloncesto y la mitología entre otras muchas cosas siendo esta ultima la responsable de que haga esta página web, con la intención de dar a conocer las fascinantes historias y personajes que habitan en los libros, sin necesidad que haya mitos en ellos. Además de querer incentivar la lectura, otra mótivo por el cual he creado esta página es para conservar ciertos generos que he notado que están cayendo en el olvido.

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