Cuentos populares

En esta sección vamos a ver una recopilación de diferentes cuentos populares que son transmitidos entre la población, muchos de ellos son característicos de fechas concretas como puede ser Cuento de Navidad por Charles Dickens, muchos otros son transmitidos en cualquier época del año como El Zapatero y los Duendes de los hermanos Grimm, pero todos ellos han pasado una gran cantidad de tiempo entre nosotros formando nuestra sociedad y enriqueciendo nuestra cultura.
Hoy en día muchos de estos breves relatos estan siendo infravalorados, sobre todo aquellos cuentos que aún no han sido recopilados y solo conocen los ancianos de los pueblos, lo que ya ha provocado que una gran cantidad terminen siendo olvidados por culpa de la indiferencia de los más jovenes en estos asuntos. Por este motivo y para evitar que continúen desapareciendo vamos a obervar una recopilación de diferentes cuentos tradicionales de una gran variedad temática con la intención de despertar al lector un nuevo interes sobre este tipo de relato.

Patxi Errementaria (Patxi el Herrero)

Patxi era un herrero malvado, no por ser mala persona, sino porque no practicaba la doctrina cristiana y esto era algo que no estaba muy bien visto. Sucedió que un día el Infierno le envió un diablo con la tarea de secuestrarlo y llevarselo para hacerle pagar por sus pecados mediante terribles tormentos para toda la eternidad. Así, una mañana el diablo se presentó en la herrería de Patxi, quien se encontraba trabajando; de vez en cuando martilleaba sobre el yunque, otras veces tiraba del fuelle, sacudía las ascuas e introducía en la fragua hachas, rejas de arado y otras herramientas.
- Buenos días - Dijo el diablo. - Dicen que eres rematadamente malo y he venido a llevarte al Infierno.
- No está mal dicho - Respondió Patxi. - Pero vámonos primero a comer un bocado.
- Vámonos pues - Contestó sonriente el diablo.
Ambos se sentaron en la mesa del herrero y, tras almorzar, Patxi se levantó y le dijo al diablo.
- Ya podemos partir.
Tras desperezarse, el diablo intentó levantarse pero vió que no era capaz, ya que Patxi había embadurnado con pez aquel lado de la mesa. Durante siete años estuvo el diablo pegado a ella hasta que Patxi decidio derretir la pez con fuego. Tras este suceso no se volvió a ver ni a oir al diablo, mientras tanto el herrero continuó su pecaminosa vida.
Tras un tiempo, otro diablo fue enviado para enviar a Patxi al hogar de los tormentos, no sin antes advertirle «si Patxi te dice que te sientes en la mesa, no lo hagas».
El segundo diablo se presento una mañana en la herrería de Patxi.
- Buenos días - Saludo el diablo.
- Buenos días a tí también - Le contestó Patxi.
- Dicen que cometes muchos pecados y tengo orden de llevarte al mismísimo Infierno.
- No está mal dicho. Pero antes de irnos, comamos un bocado de almuerzo.
Ambos entraron en la cocina de Patxi.
- Sientate en la mesa, amigo - Le invitó Patxi.
- No, gracias, no tengo necesidad.
- Echate entonces en esa cama de ahí y descansa mientras yo almuerzo, pues ya estarás cansado de tanto caminar.
- Bien dicho - Y allí se tumbo el diablo.
Cuando Patxi terminó de almorzar le dijo al diablo.
- Ya podemos marcharnos.
Pero el diablo, por mucho que se esforzara, no podía levantarse. Esto se debía a que Patxi también había embadurnado con pez la cama. Allí estuvo otros siete años el diablo sin poder moverse, hasta que Patxi derritió la pez con fuego y lo liberó. El diablo huyó, pero Patxi se quedo en la tierra cometiendo más pecados.
Juzgando que el comportamiento del herrero era indigno e insoportable, el mismísimo Satanás, enfurecido, envió a otro diablo, pero no sin antes advertirle «no te sientes en la mesa ni aceptes echarte a la cama un rato».
Una mañana llegó el diablo a la herrería bien preparado e informado.
- Buenos días - Saludó.
- Buenos días a tí también - Respondió educadamente Patxi.
- De tí cuentan que tu conducta es insoportable y que estas totalmente entregado al pecado. ¿No es así?
- Eso no es verdad. Soy pecaminoso, pero no insoportable - Se defendió Patxi.
- Pues yo tengo orden de llevarte al Infierno, y habremos de ir para allá.
- No está mal dicho, pero antes, por lo menos, desayunemos. ¿No pensarás que vaya al Infierno con el estomago vacío, no?
- Podemos hacer eso - Respondió el diablo.
Entraron a la cocina y el herrero invitó al diablo a sentarse en la mesa.
- No, no tengo ganas de sentarme en la mesa, gracias.
- Al menos descansa en la cama, estarás cansado de tanto andar.
- No, no estoy fatigado.
- Entonces súbete ahí, a esa higuera del portal y come higos mientras yo desayuno.
- Puesto que has hablado bien, así lo haré - Concluyó el diablo antes de subir velozmente a la higuera para atiborrarse de higos.
Cuando hubo desayunado, Patxi llamó al diablo pero este no podía bajar de la higuera, ya que esta también estaba embadurnada de pez. Ahí quedó el diablo adherido al árbol y sufriendo las pedradas de todos los niños que volvían de la escuela, mientras tanto, Patxi hacía oidos sordos a los gritos de su cautivo, manteniendolo atrapado durante siete largos años, hasta que al final decidió liberarlo y el diablo pudo huir.
El herrero vivió su vida de una forma pecaminosa y feliz, pero al final la Muerte terminó visitando a Patxi, y a esta no se la puede engañar, por lo que con las herramientas en la mano; un martillo, unas tenazas y un asador, ambos se dirigieron al Infierno.
Al llegar, el herrero aporreo con el martillo las puertas del infierno, haciendolas temblar.
- ¿Quién es? - Gritaron desde dentro.
- Patxi Errementaria.
Cuando oyeron esto, todos los diablos del infierno se unieron para apuntalar la puerta y evitar que Patxi entrara, pues famosos eran los tratos que habían recibido los diablos que fueron a visitarle. Uno de los diablos que quería descubrir si realmente se trataba de él, se asomó por la rendija y Patxi aprovechó para arrancarle el ojo con su asador. Otro diablo creyendo que lo reconocería por la voz, pego su oreja en otra rendija de la puerta y Patxi aprovechó para arrancarsela con sus tenazas. Tras estos sucesos el Infierno se negó a que el herrero pasara al otro lado, por lo que dió media vuelta y se dirigió hacia el Cielo. Una vez ahí golpeó la puerta y San Pedro lo recibió.
- ¿Quién eres? - Preguntó.
- Patxi Errementaria
San Pedro no quería que Patxi entrara ya que había oido hablar de su vida llena de vicios y pecados. En ese momento apareció una anciana que conocía al herrero y, para evitar que este le hiciera daño, comenzó a hablar muy bien de él, diciendo que había sido una gran persona y bienhechor para el mundo, entre otras muchas alabanzas. Ante este testimonio, San Pedro no tuvo más remedio que abrir la puerta. Y así, Patxi se ganó un sitio privilegiado en el Cielo.

Patxi el Herrero

El puente de Ligi

Hace mucho tiempo, el señor de Ligi ordenó construir un puente sobre un pequeño río que atravesaba su localidad. Los canteros vascos tenían una muy respetable fama mundial por lo bien que trabajaban la piedra, pero esta vez no pudieron completar el trabajo y, antes de estar terminado, el puente se les derrumbó. Sin embargo el señor no perdió la esperanza y volvía a ordenar construir el puente, pero siempre que se intentaba levantar terminaba cayendo.
Desesperado y sin saber cómo solucionar el problema, el señor de Ligi decidió llamar a los lamiñaku, unos pequeños seres asexuados y feos, para que realizaran el trabajo. Los lamiñaku aceptaron la tarea, pues era de su agrado, pero pusieron una condición.
- Construiremos el puente que desea, uno tan fuerte que nunca se caerá, y lo haremos esta misma noche antes de que el gallo cante con las primeras luces del amanecer, pero queremos tu alma a modo de salario por nuestra labor.
- El puente lo necesito urgentemente, y el alma... - Pensó el señor de Ligi. - ¡Algo se me ocurrirá antes de que acaben!
El señor aceptó el trato y los lamiñaku se pusieron manos a la obra. Había centenares de ellos, unos tallaban la piedra, otros se pasaban los bloques de mano en mano y otros iban colocando las piedras formando el arco. No lo hacían desde los pilares hacia el centro, como lo hacen los constructores de puentes, sino de un pilar hacia el otro.
Desde la torre de su castillo, el señor de Ligi se encontraba preocupado, ya que el trabajo estaba siendo realizado más rápido de lo que él esperaba. Por su parte, los lamiñaku pasaron toda la noche construyendo el puente. Siempre al mismo ritmo y repitiendo las mismas palabras:
- ¡Toma, Gilen! ¡Cógela, Gilen! ¡Dámela, Gilen! ¡Aquí estamos once mil Gilenes!
Finalmente solo quedaba una piedra para colocar y así terminar la obra.
- ¡Toma, Gilen! ¡Cógela, Gilen! ¡Es la última, Gilen! - Se alegraban aquellos seres.
Y en el mismo momento en que iban a colocar la última piedra del puente, al señor de Ligi se le ocurrió una idea y, rápidamente, agarró una antorcha y prendió fuego a un montón de paja creando una gran llama que alumbró el gallinero. Esta ola de luz provocó que un joven gallo, creyendo que el día lo había pillado dormido, se despertara y sobresaltado cantara batiendo las alas.
Al oír el canto del gallo, los lamiñaku dejaron caer la última piedra en el río, y dando un gran grito desaparecieron en la oscuridad de la noche mientras decían:
- ¡Maldito gallo! ¡Maldito gallo de marzo!
Desde entonces al puente le falta una piedra, y cuando el agua del río está tranquila y transparente, se puede observar un agujero en uno de los pilares y una gran piedra roja en el fondo del río. Muchas veces han intentado sacarla de allí y colocarla en su sitio, pero hasta el día de hoy nadie ha conseguido hacerlo.

El puente de Ligi

El perro de la Tea

Cuentan que en vísperas de su boda, un mozo que vivía en Berriz andaba repartiendo las invitaciones a sus familiares y amigos. Al pasar por delante del cementerio vió una calavera que probablemente se le había caido al enterrador al llevarla al osario.
- Tú también estas invitado a mi boda de mañana - Dijo el jovén mientras le daba una patada. - ¡Si es que puedes venir!
Tras esto, el joven prosiguió su camino tranquilamente. Al poco rato notó una extraña presencia y, al girarse, descubrió a una enorme bestia negra que le seguía desde la distancia. Era un perro, el más amenazador que había visto en su vida, sus grandes colmillos se combinaban con sus terribles gruñidos para poner los pelos de punta al joven, pero habia algo más aterrador aún, su mirada, aquellos frios ojos simbolizaban la muerte. El joven corrió hasta su casa y entró rápidamente en ella, al ver la palidez en su rostro su madre se asustó.
- ¡Qué mala cara traes! - Exclamó. - ¿Qué te ocurre?
El hijo le contó lo que había hecho al pasar por el cementerio, y cómo, desde entonces, le seguía un gran perro negro. La madre quiso comprobarlo y se asomó por la ventana, desde la cual pudo observar a aquella temible bestia que tenía su mirada fijada sobre la casa.
- ¡Ay, hijo! - Dijo la mujer. - ¡Vete inmediatamente a ver a Don Marcial! Es muy viejo y tiene fama de brujo, él te dirá lo que tienes que hacer. ¡No pierdas tiempo! ¡Corre!
El joven obedeció a su madre y en poco tiempo llegó a la casa del viejo para contarle lo que le ocurría. Don Marcial caviló durante un buen rato y luego observó al perro, que se había detenido a unos metros de su casa.
- Has hecho mal en darle un puntapíe a la calavera - Dijo al fin. - El perro es el guardián del muerto e intentará vengarse de ti por la ofensa. Pero aún puede haber una solución; cuando comience el banquete de bodas sienta al perro a tu lado y, antes de servir a los invitados, haces que le sirvan a él primero.
El joven siguió el consejo del anciano, y al día siguiente, a la hora del banquete, sentó al perro junto a él y le sirvió de cada plato antes que al resto de invitados. Naturalmente, todos los presentes se quedaron tan asombrados del comportamiento del novio que empezaron a pensar que, una de dos, o quería gastarles una broma o estaba loco de atar.
- ¿Cómo puedes darle a un perro los bocados más exquisitos? - Le preguntaba alguno. - ¿Te has vuelto loco?
- No me preguntéis la razón por la que lo hago - les respondía el novio. - Basta con que yo conozca los motivos.
Al finalizar el banquete se escucho una temible voz.
- Has hecho bien en seguir los consejos del anciano, porque si no lo hubieras hecho me habría encargado de hacerte sufrir un gran castigo - Habló el perro. - Yo soy el guardián de mi amo, y el me envió para vengarle por tu grave ofensa. Pero tras cumplir con tu palabra y darme un trato privilegiado, él te perdona y ya no volverás a verme.
Dicho esto, el gran perro negro desapareció de la escena y dejó a todos sorprendidos por el suceso paranormal que acababan de vivir, excepto el novio, el cual quedó aliviado y no volvió a faltar el respeto a los muertos nunca más.

ElPerroDeLaTea
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Mi nombre es David Martinez y soy un chico de 18 años que vive en Tudela, localizada en Navarra, España. Entre mis aficiones podemos encontrar la naturaleza, el baloncesto y la mitología entre otras muchas cosas siendo esta ultima la responsable de que haga esta página web, con la intención de dar a conocer las fascinantes historias y personajes que habitan en los libros, sin necesidad que haya mitos en ellos. Además de querer incentivar la lectura, otra mótivo por el cual he creado esta página es para conservar ciertos generos que he notado que están cayendo en el olvido.

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