Cuentos populares

En esta sección vamos a ver una recopilación de diferentes cuentos populares que son transmitidos entre la población, muchos de ellos son característicos de fechas concretas como puede ser Cuento de Navidad por Charles Dickens, muchos otros son transmitidos en cualquier época del año como El Zapatero y los Duendes de los hermanos Grimm, pero todos ellos han pasado una gran cantidad de tiempo entre nosotros formando nuestra sociedad y enriqueciendo nuestra cultura.
Hoy en día muchos de estos breves relatos estan siendo infravalorados, sobre todo aquellos cuentos que aún no han sido recopilados y solo conocen los ancianos de los pueblos, lo que ya ha provocado que una gran cantidad terminen siendo olvidados por culpa de la indiferencia de los más jovenes en estos asuntos. Por este motivo y para evitar que continúen desapareciendo vamos a obervar una recopilación de diferentes cuentos tradicionales de una gran variedad temática con la intención de despertar al lector un nuevo interes sobre este tipo de relato.

El hombre y el gato

En un caserío del País Vasco vivía una familia muy trabajadora, y cuando todos los miembros se habían ido ya a dormir, la señora de la casa tenía la costumbre de quedarse hilando un rato. Al llegar el duro invierno la familia terminaba el día muy agotada, pero la ama de casa contiuaba realizando esta tarea, aunque esta vez al lado del hogar de la chimenea para poder sobrellevarlo mejor con el calor del fuego. Una de esas tantas noches, la señora escuchó un extraño ruido y se asustó al descubrir como un extraño gato negro bajaba por la chimenea y se la quedaba mirando fijamente. No pasó mucho tiempo hasta que la señora se calmó, sin embargo al ver que el gato seguía mirandola de una manera desafiante decidió espantarlo.
- ¡Largo de aquí gato! - Le gritó.
Acto seguido el gato se giró y desapareció tranquilamente en la oscuridad de la cocina. Ese extraño animal había alterado tanto a la señora que decidió dejar su labor y se marchó a dormir.
A la noche siguiente la mujer retomó su trabajo y, en el momento en el que se encontraba más concentrada, notó una presencia en la sala que la vigilaba. Se giró y lo vió, era el gato, había regresado sin hacer el menor ruido y volvía a estar ahí sentado, desafiandola con la mirada. Al verlo la mujer se envalentonó y trató de espantarlo de nuevo.
- ¿Otra vez tú? ¡Qué te larges!- Le gritó.
Pero esta vez el gato no se movió, al contrario, sonrió. Esa era una sonrisa burlona, como si el gato supiera que tenía más poder que ella.
- ¡Largate demonio! - Gritó más alterada la mujer.
Tras escuchar esto, el gato soltó una carcajada, como si de un humano se tratase. En ese momento la mujer, muerta de miedo, corrio hacia la habitación y se metió bruscamente en la cama, despertando a su marido en el proceso.
- ¿Qué te ocurre mujer? ¿Acaso has visto al diablo? - Preguntó el hombre extrañado por la actitud de su esposa.
- ¡Ay de mi, si no era el diablo a quien he visto era un amigo suyo! - Exclamó entre lloros la mujer.
Tras un momento que se tomó para calmarse, la mujer procedió a contarle lo que le había estado pasando las últimas noches con ese extraño gato, como le miraba amenazadoramente y como le había plantado cara riendose de ella. El marido, extrañado, salió de la habitación y peino el terreno sin observar gato alguno. Al regresar a su habitación le contó a su esposa que no había encontrado nada, pero como cabia la posibilidad de que el felino se hubiera marchado, le propuso hacer algo a la mujer.
- Mañana no te preocupes por ese gato, seré yo quien se quede hilando junto al fuego y ya veremos que ocurre.
Al día siguiente, terminada la cena, la mujer se fue a la cama y el hombre se vistió con la ropa de su esposa, para posteriormente comenzar su trabajo de hilandero junto a la chimenea. Aún sin saber hilar y sin notar nada extraño durante las primeras horas, el hombre se mantuvo fiel a su papel y continuó actuando. Finalmente, de madrugada, vió por el rabillo del ojo como un enorme gato negro se acercaba hacia él. El animal se plantó delante de la falsa hilandera y, mirandola muy extrañado, pues esta noche tenía una espesa barba negra que asomaba entre los pliegues del pañuelo, rió.
- ¿Cómo es que siendo hombre estas hilando? - Preguntó el gato.
- ¿Cómo es que siendo gato estas hablando? - Respondió el hombre.
Acto seguido el señor recogió el pincho del asador y lo descargó violentamente sobre el animal, rompiendole una pata. El gato, asustado y malherido, consiguió esquivar el resto de ataques y escapó rápidamente por la ventana, por lo que el marido abandonó su cacería y regresó a la habitación para contarle a su mujer lo que había sucedido. Al día siguiente apareció una vecina con el brazo vendado y, aunque muchos le preguntaron qué era lo que le había ocurrido, ella no contestó, sin embargo nunca más se volvió a saber del gato negro en el caserío y la familia pudo continuar su vida con normalidad.

El hombre y el gato

Doministikun

En un pueblo del valle del Baztan vivía un matrimonio que no tenía hijos. Llevaban muchos años esperando uno, pero no conseguían ver cumplido su deseo. Habían probado todos los remedios que conocían, desde usar toda clase de hierbas, hasta ir a la ermita de Aralar para recibir la bendición de San Miguel, incluso la mujer había ido a una fuente cuyas aguas, decía la gente, hacía milagros, y se había frotado el vientre con una piedra relacionada con la fertilidad. Un día, sintiendo que ya se le empezaba a pasar la edad para ser madre, la mujer suspiró.
- Daría cualquier cosa por tener un hijo...
- Yo también, querida... - Le correspondió el marido.
En ese mismo instante se les apareció el diablo.
- Tendréis un hijo - Les dijo. - pero yo, a cambio, me llevaré algo de esta casa. ¿Estáis de acuerdo?
La pareja, aunque no estaba segura de hacer un trato con el diablo, aceptó la propuesta, ya que no se imaginaban que con "algo" el diablo se estaba refiriendo al recién nacido.
Al cabo de nueve meses nació el bebe, haciendo tan felices a sus padres que terminaron por olvidar la promesa que tenían con el maligno y decidieron celebrar el bautizo por todo lo alto, invitando a parientes, amigos y vecinos de todo el pueblo. Con este fin, compraron el carnero más hermoso que encontraron en el mercado.
Cerca de allí vivía un hombre que no tenia ni oficio ni beneficio y sobrevivía sisando lo que podía. Al saber lo del carnero, decidió robarlo y así poder conseguir una buena cantidad de dinero vendiendolo más adelante. De esta forma, mientras todo el mundo se hallaba ocupado preparando las mesas del banquete en la huerta, entró en la casa con la intención de secuestrar al carnero, pero en su lugar se encontro al diablo observando al niño que dormía en la cuna.
- ¡Eh! ¿No eres tú el diablo? - Preguntó el hombre.
- ¡Pues sí! - Contestó este. - Y tú eres el que viene a robar el carnero. Ladrón por ladrón, somos iguales.
El hombre no estaba de acuerdo con esto, pues una cosa era robar para vivir, y la otra era robar para hacer el mal y causar daño, pero no quiso decir nada para evitar la furia del diablo.
- Y, ¿cómo así por aquí? - Preguntó el hombre con la intención de descubrir que motivación tenía el diablo para estar allí.
- ¡Ah! Amigo mío, un ladrón puede confiar en otro. Te diré que pienso llevarme al recién nacido. La criatura estornudará tres veces antes de ser bautizado y, si nadie dice doministikun, ¡será para mí!
En ese preciso momento entraron varias personas a la casa y el diablo se hizo invisible, y para que no le pillaran, el ladrón se escondió detrás de una puerta. Al poco rato el bebe estornudó, pero nadie le dió importancia. Un tiempo más tarde volvió a estornudar, pero las personas de la casa no le prestaban atención. Finalmente, tras el tercer estornudo del bebe y ver que nadie le hacía caso, el remordimiento pudo con el ladrón y dijo en voz alta.
- ¡Doministikun! Aunque yo no pueda robar el carnero.
El diablo, entre juramentos y amenazas, se marchó del lugar levantando un gran vendaval. Asombrados y algo asustados por lo que había ocurrido, los de la casa buscaron a quien había hablado y encontraron al hombre detrás de la puerta. El ladrón les contó lo ocurrido esperando que le castigaran por querer robar el animal, pero los agradecidos padres decidieron hacer otra cosa, primero le invitaron al bautizo, y después le regalaron el carnero.

Doministikun

Las tres olas

En Bermeo existía una malvada bruja que siempre quería quedarse con todo lo que no fuera suyo. Un día, Matxin, un pescador local, regresaba de una dura jornada con una hermosa cesta llena de anchoas que aún coleaban. La bruja, al ver la enorme cantidad de peces, salió al encuentro.
- Hola Matxin, que buena pesca traes hoy...
- Si, no está mal del todo. La faena ha sido dura, pero el resultado ha valido mucho la pena - Dijo el pescador.
Tras decir esto dió media vuelta para alejarse del lugar, pues no le agradaba la idea de que lo vieran hablando con la bruja del pueblo, pero en ese mismo momento la anciana se adelanto a él y le cortó el paso.
- ¡Oye! ¿Por qué no me regalas esas anchoas? - Preguntó descaradamente la bruja.
- ¿Disculpa? - Respondio incredulo Matxin.
- Regalame esas anchoas - Ordenó la bruja.
- ¿Pero que dices? - Contestó Matxin muy enfadado. - ¡Estás loca! ¡Alejate de mi, vieja desdentada!
Mientras decía esto último, el joven apartó a la bruja de un empujón y continuó su camino. La anciana, tirada en el suelo, no podía ocultar su rabia.
- ¡Maldito seas, Matxin! ¡Me las pagarás y te arrepentiras de esto! - Le gritaba al joven, con el puño levantado.
Enfadada, la bruja fue en busca de su hija y de una amiga, las cuales también eran brujas.
- ¡Oidme bien las dos! - Les dijo. - Matxin, el pescador, no ha querido darme su cesta de anchoas y ha tenido la osadía de empujarme y llamarme vieja desdentada, ha pisado mi honor de bruja, ¡y eso no se lo perdonaré nunca! Mañana, cuando salga a la mar, lo estaremos esperando. Nos convertiremos en tres gigantescas olas; la primera le preocupará, la segunda le asustará, y la tercera... ¡la tercera le hundirá!
Tras acordar el plan, las tres brujas salieron esa misma noche en dirección a la playa. Nada hubiese podido salvar al pobre Matxin, quien no sabía nada, si no fuera por su vecino Takio, que cuando regresaba a casa había escuchado de casualidad la conversación y fue corriendo a contarselo al pescador. Al saber lo que se disponían a hacerle, Matxin se quedó un poco preocupado, pues no era buena idea mantener una mala relación con una bruja que vive en tu misma villa. A pesar de todo necesitaba salir a trabajar para poder mantener a su familia, por lo que no se podía permitir perder un día en casa, así que se preparó para el ataque.
Al día siguiente, Matxin, junto con Takio, que había insistido en acompañarle, preparó su barca como de costumbre, revisó la maquinaría, acomodó las redes y retiró los cabos del amarre para salir a navegar. Tras un buen rato en el mar, este comenzó a agitarse y ambos pescadores se asustaron cuando vieron llegar una enorme ola que iba en su dirección.
- ¡Aquí viene la primera! - Exclamó Matxin.
La ola atravesó la zona levantando la barca muy alto, y cuando regresó de nuevo al mar, ambos hombres perdieron el equilibrio y cayeron al piso de la embarcación. Cuando Matxin se incorporó observó como una segunda ola, más grande que la anterior, iba hacia ellos.
- ¡Aquí viene la segunda!- Gritó. - ¡Agarrate bien Takio, esta nos va a hacer bailar!
En efecto, esta ola agitó tan fuerte el barco que lo inclinó a tal punto que parecía que iba a zozobrar. Cuando la embarcación comenzó a estabilizarse, Matxin observó como una tercera ola, mucho más grande que las anteriores y de un color negro amenazador, iba a arremeterles en cualquier momento.
- ¡Y aquí viene la tercera! Preparate Matxin - Se dijo a si mismo. - porque si te equivocas, estarás perdido...
En ese preciso momento, Matxin asió un arpón y se preparó para la embestida. Cuando todo indicaba que la ola iba a tragarse la barca, el hombre lanzó el arma con todas sus fuerzas hacia el corazón de esta. Se oyó un terrible grito y la ola se tornó roja, para poco después desaparecer sin apenas rozar la embarcación.
Matxin y Takio se abrazaron con alegría y regresaron a puerto, no habían pescado nada pues el ajetreo del mar había espantado a los peces, pero estaban contentos por haber sobrevivido a esa pesadilla.
Al día siguiente el pueblo se preguntaba que habría pasado con aquella mujer tan rara que tenía fama de bruja, pues había desaparecido y la única pista que se tenía de ella era su toquilla, la cual había sido encontrada en la playa. Tampoco se atrevieron a preguntar a la hija y a la amiga, que vestidas de negro, no hacían más que llorar a orillas del mar.

Las tres olas
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Mi nombre es David Martinez y soy un chico de 18 años que vive en Tudela, localizada en Navarra, España. Entre mis aficiones podemos encontrar la naturaleza, el baloncesto y la mitología entre otras muchas cosas siendo esta ultima la responsable de que haga esta página web, con la intención de dar a conocer las fascinantes historias y personajes que habitan en los libros, sin necesidad que haya mitos en ellos. Además de querer incentivar la lectura, otra mótivo por el cual he creado esta página es para conservar ciertos generos que he notado que están cayendo en el olvido.

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